Por Aurelio Nicolella
Cuántas veces nos
preguntamos: ¿Porque me esto me pasa a mí?, ¿Qué hice para que esto me este
pasado?, e indefectiblemente surgen las mismas respuestas para justificar lo injusto de lo que nos está
pasando, así decimos porque a mi si: soy buen
a persona, me llevo bien con todo
el mundo, soy respetuoso, buen padre de familia, devoto esposo, buen ciudadano
hasta pago en reglas mis impuestos, ayuda al necesitado no le doy vuelta a los
problemas de la gente, soy creyente, cumplo con mis preceptos religiosos, rezo
y oro pidiendo por todos y principalmente por lo más necesitados; pero sin
embargo ante una adversidad nos volvemos a preguntar ¿Porque me esto me pasa a
mí?, ¿Qué hice para que esto me este pasado?
Por eso hermana,
hermano, pidamos a Nuestro Señor Jesucristo, que no dudo en dar su vida por
todos nosotros que nos oriente a ingresar a ese camino para poder sobrellevar
con éxito los padecimientos de nuestra existencia en este mundo, que las
preguntas ¿Porque me esto me pasa a mí?, ¿Qué hice para que esto me este
pasado?, Sean contestadas por Él a su debido tiempo, y que no nos preocupemos
más allá de las fuerzas que Dios nos da, el resto deposítemelo en Él, con fe y
oración.
Pareciera que el final
siempre termina siendo un laberinto en donde nos encontramos desahuciados y sin
una respuesta satisfactoria.
Esas preguntas para el
creyente, que como cualquier mortal, se las hace, deben tener una
diferenciación el que cree sabe que todo tiene un fin, ese fin es divino, Dios
lo quiere, Dios lo permite, a veces nos cuesta con nuestra mente humana
entender lo que el Señor nos hace o permite que transitemos en esta vida. Es
tan pequeño nuestro discernimiento que a veces creemos que estamos a la altura
de Dios que somos su par. Dicho corrientemente que somos Dios, y no sabemos que
solo fuimos creados a su semejanza, y no con su raciocinio.
Ese cáncer o esa enfermedad
o esa situación económica que nos llevó a cambiar el estilo de vida o esa
muerte de un ser querido, a veces lo asociamos como un castigo o abandono de
Dios hacia nosotros, y nos olvidamos que siempre Dios está con nosotros.
¿Entonces porque?, hurgando
en su palabra Dios no dice que el a veces pone a su siervo a prueba, pruebas
que suelen ser dolorosas, muy difíciles de transitar pero aferrándonos a Dios
podemos superarlas y llegar a tener una salida a nuestra aflicción.
La oración, la sumisión
hacia ese Dios de vida es la que debemos tener así el Apóstol Santiago en 5:15
nos los dice: “Y la oración de fe salvara al enfermo, y el Señor lo levantará; y si
hubiera cometido pecados, le serán perdonados” Santiago nos da a entender que todo se puede
con fe y oración cuando el nos habla que la fe salvara al enfermo, nos está
orientando a entender que enfermo es todo aquel que sufre no solo un
padecimiento físico, mental, material, existencial o de duda, es todo lo
relacionado con lo que el ser humano vive desde su existencia en este camino
que debe recorrer en este mundo, tal hostil e incomprensible para el que quiere
seguir el camino recto a Dios.