Por Aurelio Nicolella.
Anne Marie Gobert, francesa, bella mujer, era para la gente que la conocía, o eso creían, buena esposa, madre, amiga, compañera de trabajo, vecina y empleada, la perfecta mujer parisina, pero dentro de esa mujer tan amable, se escondía otra persona.
Ella mintiendo a los suyos, daba rienda suelta a aventuras amorosas en forma promiscua con personas que conocía en su trabajo como empleada de los tribunales de la comuna del barrio de Passy o con personas circunstancialmente de la vía pública.
Engañaba a sus seres queridos diciendo que se tenía que quedar a trabajar u otras veces que iba a ir de compras con sus amigas, con dichos pretextos pasaba horas rendidas en los brazos del amante de turno.
Un día un llamado de la “gendarmerie” (la policía francesa) a la casa de Anne Marie, informaba a los suyos que en un hospital de las afueras de Paris se encontraba agonizando, debatiéndose entre la vida y la muerte en terapia intensiva, la bella mujer parisina, luego de haber sido golpeada brutalmente, vejada, y maltratada por un esporádico amante.
Un día un llamado de la “gendarmerie” (la policía francesa) a la casa de Anne Marie, informaba a los suyos que en un hospital de las afueras de Paris se encontraba agonizando, debatiéndose entre la vida y la muerte en terapia intensiva, la bella mujer parisina, luego de haber sido golpeada brutalmente, vejada, y maltratada por un esporádico amante.
La familia, sus amigos, sus compañeros de trabajo, al saber por los dichos de los investigadores de la policía, lo que hacia Anne Marie, no podían creerlo, la bella mujer parisina, buena madre, esposa, amiga, vecina y trabajadora era una mujer que entregaba su cuerpo a los más bajos instintos del ser humano. Cualquier sicólogo diría sobre este caso que a Anne Marie, le faltaba amor, contención y apego, producto de un gran vacío sentimental.
Hermana, hermano, estamos ante un típico caso de doble vida, muchas personas aparentamos ser una cosa ante nuestra familia, nuestros amigos y antes todos los que nos rodean, pero puertas adentro, en lo más profundo de nuestro corazón, esa persona alegre, satisfecha de la vida, orgullosa, termina siendo como una estatua, hueca, sin nada, con un tremendo vacío espiritual.
La vida moderna que vivimos nos insita a ser felices por caminos errados, deambulando por la vida, pensando en encontrar esa felicidad que se nos niega, aunque teniendo al parecer de los demás, todo.
Pero la verdad nos falta lo más importante, esa tranquilidad de gozo que solo alguien superior nos puede dar, ese alguien es Dios, único ser que nos puede satisfacer plenamente, como personas cubriéndonos de los embates de esta vida terrenal, que es una vida de simple paso.
Jesús, que vino a trazarnos el camino de la esperanza a través de su sacrificio en la cruz nos enseña que es paradigma de la vida plena, de todo creyente. Él nos previene en cuanto a este mundo y nos promete que “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10: 10).
Amigo, la vida nos puede hacer ver en su gran espejo la imagen de una persona llena y satisfecha, pero en ese espejo no podemos ver en nuestro interior, si se hala vacío, hueco sin nada que dar y ofrecer.
Solo alguien lo puede llenar, a solo alguien le pertenece ese vacío y esta dispuesto a llenarlo de amor, paz y gozo es Jesucristo. No te sientas solo, no estás solo, di como David, “El Señor está conmigo, nada me faltará”.
Jesús, que vino a trazarnos el camino de la esperanza a través de su sacrificio en la cruz nos enseña que es paradigma de la vida plena, de todo creyente. Él nos previene en cuanto a este mundo y nos promete que “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10: 10).
Amigo, la vida nos puede hacer ver en su gran espejo la imagen de una persona llena y satisfecha, pero en ese espejo no podemos ver en nuestro interior, si se hala vacío, hueco sin nada que dar y ofrecer.
Solo alguien lo puede llenar, a solo alguien le pertenece ese vacío y esta dispuesto a llenarlo de amor, paz y gozo es Jesucristo. No te sientas solo, no estás solo, di como David, “El Señor está conmigo, nada me faltará”.
Espero de corazón que halles lleno ese vacío en el gozo en Nuestro Señor.
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