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LE ASEGURAMOS QUE NO VENDEMOS PRODUCTOS O SERVICIOS Y NUNCA LE PEDIREMOS OFRENDA ALGUNA. AQUI SE HABLA DE LA PALABRA DE DIOS. DE GRACIA FUE RECIBIDA Y DE GRACIA SE LA OFRECEMOS A USTED.

DIFUNDIR LA PALABRA


DIFUNDIR LA PALABRA

Por Aurelio Nicolella

En la guardia del hospital de clínicas "Dr. Manuel Quintela" de la ciudad de Montevideo, Uruguay, se encontraba tendida sobre una camilla, una joven Rosa Martinella, había ingerido una considerable cantidad de barbitúricos, hasta allí había llegado porque su primo Constancio y su esposa la habían encontrado desmayada tirada en el suelo de su casa, hacia rato que venia padecido una crisis depresiva, producto de que su novio la había abandonado por una amiga suya.
Cuando los médicos del nosocomio estaban procediendo a realizarle el lavaje de estomago, ella gritaba clamando "Jesús ven a mi, Jesús, ven a mi".
La médica a cargo del equipo salio de la guardia y dirigiéndose a Constancio, el primo que se encontraba en la sala de espera, le dijo ¿que quién era Jesús, su novio o algún amigo?, porque esta llamándolo insistentemente.
A Constancio le llamo la atención que la médica pensara, que su prima estuviere llamando a una persona normal, trato de no entrar en detalles y le manifestó que su prima era creyente religiosa y que estaba llamando a Jesucristo.
La médica le resto importancia y solo atino a decir "Bah, superstición entonces" y se retiro a seguir haciendo su labor.
Rosa al cabo de un par de días de observación médica retorno a su hogar y a su vida normalmente, habiendo cerrado las heridas amorosas que le provocaron su recaída sentimental y espiritual, a ella, Jesús le había ido a su encuentro.
Pero para Constancio, creyente también, le quedo dando vuelta la idea que estando en un mundo tan pequeño cada día, tan informatizado en donde se sabe tantas pero tantas cosa que pasan de una punta a la otra de la orbe, se hallara gente, en este caso profesionales como la médica que atendió a su prima en el hospital que no asociaran a Jesús, el Salvador y Redentor, que pensaran en cualquier mortal y no en algo divino.
Amiga, Amiga, esto es normal en nuestros tiempos, el ser humano prima lo individual, lo personal, lo material, sobre lo divino, espiritual y celestial.
No hay tiempo para detenerse a hablar y pensar en Dios, porque a ello se lo considera superstición, es algo producto de la tradición que nada tiene que hacer en este mundo.
Seguramente, todo ello habrá pensado la médica del hospital.
Esto demuestra que en nuestros días aquel encargo divino dado a los hombres por nuestro Señor Jesucristo "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura" (Marcos 16:15), no se esta cumpliendo. Muchos decimos ser cristianos pero tomamos nuestro cristianismo como un fetiche, un talismán, como una cuestión social ya sea concurriendo a la iglesia o en los acontecimientos religiosos, con el único fin de hacer sociales, no le damos el fundamento que tiene que ser, entonces hay gente mucha gente que no conoce al Dios vivo, al Dios de poder, se ha quedado solamente con el tabú.
Proclamar el evangelio a los siete vientos, ese el mandato. Teniendo hoy los fabulosos medios a nuestro alcance, habiéndonos dado hoy Dios la posibilidad de vivir en esta época, en que el mundo es una aldea intercomunicada, su palabra es poco proclamada, por lo cual hoy, aunque parezca mentira es cuando menos se lo conoce a Jesús y su obra redentora.
Todo ello es consecuencia tangible de que nosotros no nos esforzamos en difundir el evangelio, llámalo pereza, comodidad, cobardía o peor vergüenza.
Pidámosle al Espíritu Santo que nos de fuerza, entendimiento y posibilidades de contribuir a la gran obra de Dios para la humanidad y poder entonces llevar la esperanza a la humanidad.
Y podremos y por el mundo y decir como Pablo: "Admitidnos: a nadie hemos agraviado, a nadie hemos corrompido, a nadie hemos engañado". (2 Corintios 7:2).
En nosotros esta la decisión, entonces que estamos esperando.

2 comentarios:

  1. Es verdad, uno tiene que seguir teniendo esperanza para poder mejorar el mundo, muy interesante tu blog aurelio, saludos desde Madrid.

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