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LA VERDADERA REVOLUCIÓN

LA VERDADERA REVOLUCIÓN


Por Aurelio Nicolella


Era mayo de 1975 en el monte de la provincia argentina de Tucumán, en las inmediaciones de la ciudad de Famaillá, Griselda María Torres era una subversiva del Ejercito Revolucionario del Pueblo su nombre de batalla era Miriam, ella se encontraba custodiando a un familia de campesinos, los Benítez, que habían sido tomado horas antes como rehenes al ocupar su finca.

A lo lejos se escucha el traqueteo de las ametralladoras, se estaba desarrollando una lucha fraticida entre fracciones del ejercito subversivo y el ejercito regular argentino, este último pretendía recuperar las zonas que los guerrilleros habían ocupado desde hacia semanas, las fuerzas del Ejercito Argentino avanzaban día a día, dejando muertos en su marcha.

A Griselda María Torres, alias Miriam, de veinte años de edad, estudiante universitaria, le llamaba la atención como la familia Benítez, tomada como rehén sus integrantes se encontraban aferrados de la mano unos con otros, recitando lo que para ella era una oración que alguna vez recordaba haber sentido a su abuela muerta hace años.

Es que la familia Benítez, creyentes ellos y que vivían en el monte tucumano argentino recitaban el salmo 23, si amigo, mi amiga el de “Jehová es mi pastor”, el que tú y yo hemos escuchado miles de veces como Griselda Torres le escuchaba recitar a su abuela.

A ella como a nosotros le toco el corazón, tal es así que les contó a esa familia que ella conocía esa oración, y así mientras duro el cautiverio y la situación entre secuestradora y secuestrados se fue distendiendo, Griselda dejo de lado el fusil y tomo la Biblia que le alcanzo el jefe de la familia Benítez, allí le señalaron donde se encontraba el salmo 23 y ella se lo puso a recitar, le contaron de Jesús y su obra.

En esos instantes el corazón de la joven universitaria, otrora lleno de ganas de cambiar el mundo a través de las armas y la sangre, dio un vuelco de ciento ochenta grados.

Pasaron las horas y la familia Benítez dándose cuenta que la joven había aceptado a Jesús, urdieron un plan junto con ella para que no fuera tomada como prisionera del ejercito regular, lo que hubiera significado el fusilamiento inmediato o por traición por deserción por el grupo guerrillero.

Es así que entre los montes guiada por el hijo mayor de los Benítez pudo llegar a un pequeño pueblo y con la ropa prestada de la esposa de Benítez pudo emprender el regreso a la ciudad de Buenos Aires y reencontrarse con su familia y sus padres de clase media acomodada, contarles la verdad y estos que ignoraban lo que hacia su hija comprendiendo el riesgo que corría, la sacaron del país enviándola a Europa, por temor a que a su hija le pasara lo peor.

A poco menos de un año comenzó la noche más negra de la Argentina, muerte, desolación, persecuciones políticas, racistas, religiosas y personas desaparecidas eran los titulares de los diarios del mundo.

Griselda estando en Europa siguió con su fe, es así que fue creciendo en la misma, cuando su país retomo años después la senda democrática ella volvió y quiso ir al lugar donde ella creía que comenzaría una revolución como guerrilla, para ver a la familia Benítez, cuando llego al rancho se encontró con aquella familia que ella considero suya desde ese momento cuando corría a su encuentro en una mano levantada llevaba la Biblia que le habían dado años atrás, la agitaba.

Quiso dar testimonio del cambio en su vida y concurrió con la familia Benítez a la iglesia donde ellos se congregaban y contó la historia de transformación de su vida y dijo entre muchas palabras estas: “...Yo, joven, creía que la revolución se hacia con armas y derramamiento de sangre, pero en un rancho perdido en el monte del norte de nuestra Argentina, me di cuenta que esa revolución, ese cambio en el corazón de los hombres ya se había hecho hace dos mil años, cuando una persona derramo sin armas la sangre, no la sangre del prójimo o de nuestros enemigos como nosotros universitarios queríamos, sino su propia sangre, para que todos bajo este cielo tuviéramos la felicidad, el amor y la vida eterna, crean ese día murió Miriam la guerrillera y nació Griselda la cristiana...”

Griselda, pretendía la libertad a través de una revolución cruenta, equivocadamente se encontraba en un camino errado, no conocía la verdad, cuantas veces hermanos nosotros erramos el camino, pensamos que vamos por la senda correcta y son caminos sinuosos y tortuosos llenos de maldad, vergüenza, dolor, odio y muerte.

Jesús nos dice que conociéndolo conoceremos la verdad y esa verdad nos hará libres: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres... Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. (San Juan 8:32 y 36).

Los que estamos en el camino de Cristo sabemos que no hay revolución humana que sirva y llegue a conmover las fibras intimas del corazón, todas ellas a la larga se diluyen pierden efectividad y están condenadas al olvido y al ostracismo, parecen lindas palabras que convencen pero no tiene cimientos fuertes para ser sostenidas, se disipan como las casitas de naipes.

Solo aquel que hace dos mil años, propuso una revolución en el espíritu y en el alma del ser humano, tenía cimientos firmes y duraderos.

¿A ti amigo, amiga, llego a tú corazón esa revolución?, es mi ferviente deseo de cristiano sí.

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