Por
Aurelio Nicolella
En
nuestros días todo gira en torno al tener más que al ser, así es la vida de
muchos cristianos, el último televisor inteligente, el teléfono celular más
moderno, la ropa de marca y así gira sus existencia terrenal, como una noria sin fin. Si
no se puede llegar porque el trabajo no lo reditúa para hacerlo, está la
tarjeta de crédito, total para pagar hay tiempo, total el futuro es algo incierto y lejano. Todas esas cosas y mucho más
son comprables con dinero.
Pero
lo más esencial lo que necesita un ser humano para sentirse pleno, lo que le da
el placer y el agradecimiento de vivir esta vida, no se compra con dinero ni se
puede adquirir con la mejor tarjeta de crédito.
La
llave de la felicidad no está en los bienes materiales, el que vive solo para
ello no conoce la felicidad y terminara convirtiéndose en un depresivo
compulsivo. Los científicos han admitido que quién aspira a bienes materiales
consigue mas que patrimonio, muchos problemas físicos, dolores de garganta, de
cabeza, dolores de espalda, alcoholismo y los estupefacientes en el peor de los
casos.
Para obtener felicidad son necesarias tres cosas, que serán el resultado del amor, la compresión, la honestidad y el sometimiento como Jesucristo hizo por nosotros.
Con
dinero no se compra una familia unida, una familia unida necesita que los padres
sean ejemplo para los hijos, para que esos hijos el día de mañana repitan lo
que vieron y les enseñaron sus progenitores, la unidad familiar también se
consigue cuando cada uno y de los integrantes están unidos por el amor que se
profesan, con el amor del bueno, como Cristo no duda en brindarnos. El
escucharse padres e hijos, el de ayudarse, el de aconsejarse, el de preocuparse
da lugar a una familia unida, por eso lo mundano tiende a destruirla, porque
molesta a sus fines de perdición.
Tampoco
se compra con dinero la fe, la misma es innata en cada uno de los seres, nace
del afecto y el apego a lo sobrenatural, lo que supera la comprensión humana,
la fe debe ser intensa y no hay descuento como lo vemos en los shopping para adquirirla.
El
futuro tampoco es una cuestión económica o financiera, porque nadie tiene poder
sobre ello, solo Dios lo sabe; porque escrito esta que ni una montaña de dinero
puede garantizar el futuro seguro a una persona. El futuro es la senda más
importante para los cristianos porque es saber para que se estuvo, para que se está
y para donde se estará; lo maravilloso de ello es saber que Jesús perdona el
pasado, promete un presente de amor y unidad para que tengamos un futuro de
gozo en un reino donde todo lo malo de este mundo no se hallara.
Por
eso hermana, hermano la llave de la felicidad esta en cada uno de nosotros,
porque somos los que fabricamos esa llave siguiendo las instrucciones de amor y
fe que aquel que se convirtiera en hombre hace más de dos mil años nos enseñara
que nos es imposible hacerlo, para eso vino, para dar cátedra y para eso sigue
con nosotros alentándonos cada día de nuestras vidas.
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