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LOS TRES CAMINOS DEL PECADO QUE DEBEMOS EVITAR

 


Por Aurelio Nicolella


Sobre el pecado mucho se escribe, tanto es así que a veces se lo niega, pero lo cierto que el
pecado es el mejor capital que tiene el diablo.

Poco o nada se habla al respecto, lo cierto que la perdición del alma humana tiene tres caminos con un solo fin su condenación, estas vías son desvíos que producen la pérdida de la vida eterna a nuestras almas, en síntesis el pecado es la transgresión voluntaria y consciente a la ley divina.

La teología moral lo considera “un acto malo, o la omisión culpable de un acto bueno obligatorio”.​ Por extensión, se denomina pecado a todo aquello que se aparta de lo correcto y justo, o que falta a lo que es debidamente establecido por el Ser Supremo.

La Iglesia Católica Apostólica Romana y muchas de las otras ramas cristianas, y religiones como el islamismo y el judaísmo​ hacen una definición sencilla definiéndolo al pecado “de lo que se aparta de lo recto y justo, o que falta a lo que es debido”

El pecado tiene tres camino para legar al ser humano, o sea a su alma y corromperla, ello está escrito en los sagrados libros de la Biblia, así encontramos que el pecado llega por “la carne”, por “el mundo” y por “el diablo”

El pecado cuando llega por la carne es producto de la ansiedad, y la auto-satisfacción del ser humano, es un sentimiento egoísta, narcisista, sin tener en cuenta que ese gozo se contrapone con los deseos que el creador tiene con su criatura. Por eso vemos en la Biblia que tanto en el Antiguo Testamento como en Nuevo, que Jesús siendo Dios se “encarno” se hizo hombre, para vencer entre otras cosas a los deseos de la carne.

Las tentaciones de la carne deben ser vencidas desde el interior mismo del ser humano, los malos pensamientos no es que deban se auto-censurados sino que deben ser entendidos, comprendidos que de ejecutarlos solamente harán que nuestra alma sufra.

Todo gozo que proviene de la carne “es efímero, fugaz y momentáneo” pero sus consecuencias son irreversibles hasta tanto no se le pida al Ser Supremo el perdón verdadero, aquel que surge de la clemencia divina.

En cuanto al pecado que proviene del mundo es aquella caída producto de la conducta que surge de vivir en una sociedad abandonada a placeres que causan dolor a nuestra alma, se busca un modelo de vida en los deseos terrenales sin pensar que dicho pecado del mundo es el “estropicio” de la “Creación Divina”, así la soberbia, la avaricia, la lujuria, la ira, la gula, la envidia y la pereza, los sietes pecados capitales, conviven en el mundo y forman parte de él. El creyente debe y está obligado a vivir en ese mundo en forma transitoria, dicho transito es la preparación a la vida celestial, para vencer dicho pecado que el mundo da, es preciso orar, pedir y tener sabiduría para entender lo que es bueno y lo que es malo para el alma. Pero el creyente, debe saber que el mundo todo lo permite, pero ese mundo no perdona; no hay distinción de pecados, todo es lícito, en cambio para Dios no todo está permitido pero su misericordia siempre perdona. El fervoroso de alma y fe debe saber que el mundo siempre tratara de matar su alma.  

El pecado que proviene del enemigo de Dios es el diablo y sus huestes, ese ángel caído sabe que su lucha está perdida, pero cuantas más personas arranque al Creador más satisfecho estará el, por eso dijimos que su negocio es el pecado, además de hacer creer que no existe.

Siempre se ha dicho que el diablo es como un perro rabioso que se encuentra atado, no hace daño si uno no se acerca, lo evita, pero el acercarse llega a ser peligroso y negativo para nuestro ser.

Es así que a veces el ser humano en su afán de ser indisciplinado busca donde no debe buscar, y así el demonio llega a la vida del ser humano por varios caminos: por la influencia, cuando los pensamientos del maligno tienden a dominarnos con el fin de que caigamos en el pecado; pero se debe saber que el diablo sólo tiene tanta influencia en nuestro ser como nosotros deseáramos concederle.

También el hijo de las tinieblas llega a una persona por la posesión, cuando se le ha permitido que “la acción extraordinaria que tiene el demonio sobre un lugar, un objeto o un animal”, hace de esa persona no tenga dominio sobre su persona, lo convierte en un soldado autómata donde no puede dominar físicamente su cuerpo, fenómenos que escapan a lo razonable.  Es decir, es una presencia demoníaca que hace tener a la persona o animal quebrantos de salud graves o leves, ya que el fin único de estas entidades es la de perturbar la “armonía”. Algunos de los síntomas más comunes son sentimientos de rabia, ira, desesperación, odio e ideas suicidas sin explicación aparente.

El rezo, el orar y el estar constantemente en alerta evitan que el demonio y sus huestes tomen posesión de una persona, como aquel que para cuidar su propiedad la cerca y echa llave así debe ser el creyente en Dios, cuidar lo que el Señor nos dio, nuestra alma.

También vale decir que el diablo y sus ángeles malignos encuentran una puerta para dominar a una persona en el maleficio, lo que vulgarmente se denomina un “hechizo”, es los conjuros diabólicos que una persona hace hacia su prójimo, es común que una imagen, un retrato o incluso una ropa sea hechizada, sin saberlo la persona a la que va destinada, ello traerá como la posesión, daño a la armonía de una persona, siempre y cuando el destinatario no se encuentre fuerte en su fe; es que todo acontece para evitar caer en el pecado, tener fe, llevar una vida cristianamente realizable en la confianza en Dios y el maligno no entrara no hará parte de la vida de uno, el escudo es la fe, la oración y el encomendarse a Dios.

La “infestación” es la tenencia diabólica, o cuando el demonio se apodera de un cuerpo y lo hace actuar y hablar como él quiere; como ejemplo o analogía para la ciencia médica la infestación es la invasión de organismos patógenos en donde un ser vivo extraño tiende a multiplicarse en otro cuerpo vivo (cuerpo humano) alojando en el cuerpo parásitos como hospedadores cuyo fin es causar daños y estragos con hostilidad y trastornos. Esto mismo es lo que sucede en una persona en cuanto a su vida espiritual.

Y por último es la “invocación” es aquel rito de sumisión a todo lo maligno, la celebración que se hace para complacer a quién representa el ángel caído, son aquellos adoradores de Seth, Amigos de Lucifer, Caballeros del Anticristo, etc…si supiesen en que cárcel ingresan, ni lo intentarían.

El sacerdote Juan José Gallego, exorcista oficial de la Archidiócesis de Barcelona (España) y prior del Convento de los Dominicos, manifestó en una entrevista el daño que el diablo puede hacer: “¡claro que puede hacer daño! El catecismo dice que el demonio tiene una fuerza muy grande, pero que hay alguien superior a él. Éste es Dios”, y sigue diciendo: “…hay que fijarse que la doctrina de la Iglesia Católica dice que Satanás es un ángel que se reveló contra Dios, por tanto, es criatura de Dios”, entonces debemos saber que no puede ser superior al Ser Supremo.

Siguiendo con el padre Juan José Gallego ante la pregunta: ¿Cualquier persona es susceptible de ser poseída por el demonio?: “Normalmente es gente que busca respuestas. La ouija en este sentido está haciendo mucho daño. También hay quien invoca al demonio para pedirle cosas. Satanás concede deseos, pero a la vez pasa factura, y llega un momento en que te sientes atrapado, no tienes paz ni serenidad, hay algo dentro de ti que no te deja ser tú mismo”

El diablo no puede contra una persona que lleva una vida contemplativa, llena del gozo de Dios, amando a su prójimo, y teniendo fe constantemente.

El apóstol Pablo en Corintios 10:13 nos instruye en la forma como resistir las tentaciones: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podáis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”

Debemos ser obedientes en nuestras vidas al Espíritu Santo, ya que Él nos enseñara a poder aprender a reconocer las trampas del enemigo y esos caminos errados que nos conducen al pecado.

Nuestro éxito está en que cuando seamos tentados tener la fe y pedir ayuda a nuestro Padre Celestial buscando la fortaleza por medio de la expiación de Su Hijo Jesucristo, quién murió en la cruz venciendo a la carne, al mundo y al diablo, los tres caminos Él los transito con éxito para enseñarnos que también nosotros podemos.

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