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BUSCAR AL QUE NO DESAMPARA


BUSCAR AL QUE NO DESAMPARA


Por Aurelio Nicolella


¿Donde esta Dios?, esa es la pregunta que María Cecilia Wieri (*), se venia haciendo desde hacia años. Ella precisamente nunca puedo olvidar el otoño de 1982, su novio Alfredo Mario Bernardez (*), del cual estaba enamorada y mantenía un noviazgo desde los últimos años de la escuela secundaria, contando con el visto bueno de los padres de ambos, relación que ellos pretendían formalizar en un futuro casamiento, luego que ella se recibiera de maestra y el de profesor de geografía.

Alfredo Mario se había marchado desde hacia meses al servicio militar, la conscripción era obligatoria en Argentina en ese entonces, aunque tenía francos varias veces al mes no pasaba una noche en que no la llamara telefónicamente a su amada, para desearle las buenas noches luego de decirle que la extrañaba y la amaba.

Pero precisamente en ese otoño de 1982 más frío para María Cecilia de lo que puede esperar una joven de diecinueve años, le llego una llamada telefónica de su enamorado diciéndole que se encontraba movilizado y marcharía a la guerra, hacia el sur.

Estaban prestas las hostilidades bélicas entre Argentina y el Reino Unido, los tambores de la guerra de las Malvinas ya resonaban, era un hecho.

María Cecilia, no lo podía creer, pero creyente como ella era, ya que se había criado en una familia con fuerte raíces cristianas, pensó que todo saldría bien.

A fines de mayo de ese año 1982, recibió la más inesperada de las noticias de su amado, le telefoneo la hermana de Alfredo Mario para decirle que el comando superior del ejército le comunico a la familia que su querido había sido muerto en una batalla en las islas Malvinas.

A ella se le vino el mundo abajo, a partir de allí hubo un “no va mas” hacia Dios, ¿Porque a ella, le paso esto?, ¿Porque una guerra y la muerte?, no tuvo consuelo, cada día se fue alejando más y más del creador, era reproche por lo que le sucedió.

Así, pasaron los años, se recibió de maestra, ejerció su profesión, trato de olvidar, pero no pudo, su corazón se había puesto duro como una roca, nunca intento salir de su tristeza.

Pero, en el año 2002, le sucedió algo que la haría cambiar, algo que la haría mudar de vida, que la transformo, estando en el colegio dando clases, un maestro nuevo comenzó a trabajar en el mismo, de apoco trabo amistad con el mismo, el nuevo maestro era creyente cristiano, María Cecilia le contó su historia y que había sido ella creyente también, pero estaba enojada con su Creador por lo que le había pasado.

Es así que un día, el maestro la invito a concurrir a la iglesia donde se congregaba, ella por cortesía concurrió, ya que decir que no le hubiese parecido ser descortés, hacia años que María Cecilia no concurría a un templo.

Desde el momento que entro sintió un escalofrío que le recorrió toda su piel, en el momento en que se estaba dando el sermón, en donde se predicaba el pasaje bíblico: “En ti confiarán los que conocen tu nombre, Por cuanto, tú, Oh Jehová, no desamparaste a los que te buscaron” Salmo (9:10). Ella se arrodillo y comenzó a pedir en silencio perdón a Dios, el no va mas de hace años paso a ser un sí pleno al Señor.

Los años pasados de María Cecilia, sin Dios, fueron recuerdos, como lo fue ese amor apasionado de joven que la guerra sangrienta le arrebato.

Hermana, hermano, a veces como seres humanos, con una mente muy pequeña como para comprender los designio del Señor, pretendemos culparlo de lo que nos sucede, no admitimos que Él siempre esta, nunca nos abandona. María Cecilia, esa joven conocía el nombre del creador, era de familia creyente, pero no confío cuando más necesitaba confiar, no busco a Dios, no se refugio en Él, por lo que le estaba sucediendo, no lo busco, el salmo lo dice claramente no desampara (Dios) a quién busca.

Y, tú amigo, amiga ¿Buscas al que no te desampara?, espero que si.


(*) Los nombres de esta historia no son los verdaderos.

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